viernes, 2 de septiembre de 2016

Aunque no haya un término para ello...


... en otros idiomas, es un sentimiento universal con el que me siento muy identificado. Quizás porque mi límite en lo concerniente al ridículo es muy bajo (básicamente, considero que puedo hacer el ridículo en casi cualquier situación) y mi "grandiosa" cabeza que no para de analizar y evaluar (en modo simulación avanzado en décimas de segundo) me lleva a tener un listón relativamente bajo para esto de la vergüenza ajena.

Leyendo el artículo de Verne, me he visto representado en mil situaciones en mi vida. Yo siento vergüenza ajena hasta de ciertas series de televisión, no hablemos ya de esa televisión amarilla rozando el tono "colorante alimentario" del arroz, autogeneradora de contenidos-basura (quizás fiel reflejo de la sociedad que la encumbra en las listas de audiencias) que explota al máximo el placer humano por el morbo (ajeno a ser posible aunque siempre los hay aficionados al masoquismo) y que yo tengo que tener atrofiado ya que sucumbo a dicho sentimiento de vergüenza ajena y, simplemente, evito pasar por ellas. Si es que yo lo paso mal hasta con los vídeos de bromas (Just for laughs)!

Suena "Just Drive" de In this moment.


Pero me llama la atención que tengamos un término tan bien definido para dicho sentimiento y que en otras lenguas no exista como tal (podemos encontrar aproximaciones), a pesar de que es un sentimiento universal (seguro). Pensando que el lenguaje surge de la tarea de poner nombres, verbalizar, definir aquello que vivimos como sociedad, me pregunto si nuestra cultura (mediterránea) de vivir hacia el exterior, expuesto casi de continuo al resto de la comunidad (que esto de las abuelas en las sillas a la puerta de las casas no es de ahora) ha tenido su reflejo en el lenguaje y hemos articulado un nombre para ello: vergüenza ajena.

Pues sí, yo, en particular, sufro mucha! 😄