Hace una semana que nuestro pichurro empezó la guardería. La verdad, todo estaba saliendo a pedir de boca. Se adaptó fácilmente y lo estaba llevando bien. Eso hace que te confíes, verdad? Bueno, pues se acabó. Anoche se puso malito, con fiebre y moquetes (por qué los llamaran mocosos, eh?). Creo que parte es culpa mía, que me traje un pequeño resfriado de Estocolmo.
Esta noche no ha dormido muy bien. Con 39º en algún momento, pasándolo mal y nosotros (sobre todo yo, mi sueño ligero de los co**nes) sin pegar ojo. Esta noche he dormido una hora y media, creo. Esta mañana mejoró un poco pero esta tarde fue a peor (39,1º). Es duro, difícil. Le ves, tan indefenso (bueno, tiene que construir sus defensas) y tú, tan torpe, tan inútil, tan lento, tan dubitativo... parece mentira que seamos capaces de decidir, de hacer, de ejecutar mil cosas cada día y que, de repente, dudes, no decidas, no ejecutes, mires, remires y te quedes ahí, impotente.
De pequeño tenía un sueño recurrente, de estas pesadillas de impotencia típicas. En esos sueños no puedes gritar, ni abrir la puerta, ni moverte, ni ... Anoche me sentía igual. Hoy parece que está mejor.