Tanto en sanidad como en educación, solo deberíamos modificar para mejorar. Es la única meta que se debería perseguir, ser mejores. Sin embargo, los gobiernos de los últimos 20 años solo hacen lo contrario. Mientras en materia laboral o fiscal puedes variar, adaptarte a las situaciones y por tanto, mejorar o empeorar (por ejemplo, pagar más o menos impuestos), en sanidad o educación no encuentro un solo motivo (ni siquiera el presupuestario, pues eso lo único que demuestra es una gestión ineficiente y mejorable) por el que las modificaciones a la ley deban suponer un retroceso, un empeoramiento, una merma en algo que teníamos.
Esta entrada de un blog en ElPaís.com hace un buen análisis de una de esas cosas que no deberíamos tocar, salvo para mejorarla... la ley del aborto.