martes, 9 de abril de 2013

Una imagen que no se borra


Todo pasa muy rápido. Vamos con el coche de vuelta de un paseo por la Chopera. Justo en los dos carriles en sentido opuesto veo un coche color claro con los "warning" puestos. El coche negro que va justo delante se para en una orilla. Hay un pequeño bulto negro en el suelo. En el primer momento, pienso que se les ha caído algo del coche, un gorro o algo así. De repente me fijo que una persona sube corriendo del lateral de la carretera. Estoy justo sobrepasando los coches parados. Me fijo mejor y el bulto negro es un perro, uno de esos pequeños, negro con el hocico canela. Ahora puedo ver entre los coches parados en el arcén y veo el resto de la familia. No se oye nada pero las caras están gritando. El padre (al menos lo parece) llega al bulto y recoge el perro del asfalto pero es un bulto inerte. Los niños están llorando. Ya he sobrepasado los coches. Ahora veo al padre en el espejo retrovisor (el lateral). Está gesticulando, se balancea, esta gritando aunque no le puedo oír, le veo. Ya solo le veo en el retrovisor central. Parece un musulmán rezando salvo por el bulto negro en los brazos. La familia aparece en el borde de la imagen. Lloran, ya no hay gritos. Los niños (creo que eran un niño y una niña) no se mueven, no quieren acercarse, no quieren mirar. Por suerte la imagen se sale de mi campo de visión, no tengo que mirar más. Aún me duele. Son extraños, solo las caras, pero duele.



La canción no es por el suceso, es la que suena en el iPhone mientras evoco la escena.

PS, todavía se me hace un nudo en la garganta mientras escribo esta entrada...