lunes, 11 de marzo de 2013
12 horas de vuelos...
... para 16 horas intensas de trabajo. De nuevo el vuelo de las 6am a Amsterdam. Esta vez no me cruzo con ningún conocido, soy yo (bueno y otras 500 o 600 personas) el pringa'o. La parte que más me fastidia del vuelo de las 6am es que no hay tiendas abiertas en el aeropuerto, de hecho cuesta hasta encontrar un sitio para tomar un café (paso del café en polvo de la máquina, no quiero visitas frecuentes al excusado, je je).
Suena Sôber: ¿Donde está mi paz?
Me planteo la utilidad de este tipo de viajes, pero he comprobado que, aunque muchas de las reuniones se pueden llevar en remoto, a veces es mejor discutir cara a cara. Y estos días prometen muchas discusiones. Por algún motivo que no acabo de entender, tenemos un compañero que insiste en remar contra corriente. He utilizado varios símiles para intentar explicarlo, creo que el de los gallos en el gallinero es muy soso. Prefiero el de los "Avengers", aunque solo sea por sentirme superhéroe por un minuto: una panda de superhéroes, con vidas individuales, que se ponen a trabajar juntos. Como un equipo de fútbol lleno de jugadores muy buenos. Todos tienen una parcela, todos tienen un superpoder. Pero tienes un personaje nuevo, que busca su lugar en esta liga y decide hacerse un hueco a codazos (apartar a codazos a Thor y a Iron Man no es fácil). Como necesita un hueco, decide crearse un superpoder para tener su parcela, pero a base de pisotear a los otros. El resultado es obvio, pero consume energías.
Suena de nuevo la paz de Iridium (Dark Tranquillity)
El otro día (el jueves creo recordar y con más de una semana de retraso) contestaba a un mail de un amigo sobre los viajes... sobre la parte difícil de ellos, sobre todo cuando tienes familia. Hablábamos no hace mucho de una oportunidad de trabajo (que ya se ha materializado) y de las exigencias de viajes que conllevaba... No puedes evitar pensar en las horas que inviertes entre vuelos, aeropuertos y esperas (yo llevo hasta hoy, con el viaje que utilizo para escribir, unas 70h, unos 9 días de trabajo, casi dos semanas) ni las palizas (aún sin cambios de hora), madrugas, comes mal, trabajas en los vuelos (o escribes en el blog de vez en cuando). La parte más importante es el acuerdo, contigo mismo y con los tuyos, de que los viajes no han de afectar a la agenda personal más allá de lo imprescindible por tu ausencia. Eso implica salir a comer con tus amigos a pesar de aterrizar hace unas horas, de jugar con tu hijo a las 8:30 aunque el día anterior volaras 12 horas y te acostaras a las 2am, hacer las tareas apuntadas para el finde, intentar que tu vida sólo tenga "slots" aquí y "slots” allá, lo más cercano a la teleportación, de forma que tengas una vida a veces perturbada por los viajes y no que orbite alrededor de ellos. Nadie dijo que fuera fácil pero es muy gratificante... todo partiendo de una base: tanto el trabajo como los viajes (como parte de él) te tienen que satisfacer ;)
Amanece sobre el macizo francés, algún sitio entre Bordeaux y Nantes, mientras suena Promises de Megadeth.