Querido hermano:
Sé que los segundos hijos no escribimos cartas a nuestros padres ni a nuestras madres, porque eso es misión, únicamente, de los primeros hijos (me consta que la semana pasada un bebé de siete meses de gestación, primer hijo, escribió a través de otro blog a sus padres y que tú lo hiciste también en su momento), sin embargo, sí tenemos la obligación de escribir una carta a nuestros hermanos o hermanas mayores para explicarle cómo será nuestra llegada.
El no escribir a los padres es por una cuestión práctica, de valorar el coste y el beneficio de la acción. Papá y mamá ya saben cómo es eso de dar a luz a un bebé y cuidarlo, porque todo ello lo hicieron contigo. A mí me cuesta horrores escribir unas líneas, porque aquí dentro hay poca luz, la tinta se corre y mi psicomotricidad no me da para hacer los trazos con demasiada soltura, así que por eso la naturaleza nos exime a los segundos hijo de escribir a los padres, pero nos obliga (moralmente, ya sabes) a escribir a nuestros hermanos, y es lo que hoy voy a hacer yo.
Lo primero que quiero decirte es que me alegro de que respondieras “sí” cuando papá y mamá te preguntaron si querías tener un hermanito o una hermanita. Es una pregunta que a mí me parece un poco peliaguda, porque uno siempre suele esperar ilusión, sonrisas y un gran sí de su hijo pero, ¿y si dice que no? ¿Y si responde que no quiere tener un hermano? La decisión de unos padres no debería depender de la respuesta de su hijo, pero precisamente por eso, si un niño dice no y luego los padres tienen igualmente otro bebé… ¿Para qué preguntar?
En fin, que en tu caso no hubo problema, porque dijiste que sí, pero a veces los niños responden mirando a la cara de los padres y, si estos casi sonríen y hacen “sí” con la cabeza, los niños simplemente acaban por decir lo que los padres quieren oír.
Bueno, aparcando este tema, sólo quiero explicarte que dentro de un par de meses mamá empezará a quejarse de que le va doliendo la barriga y te explicará que “ya vengo”, o sea, que ese día naceré. Mamá y papá, seguramente, se irán al hospital para que yo nazca ahí, como también lo hiciste tú (algunos padres no lo hacen así, sino que lo hacen en casa). El caso es que ese día te quedarás con los abuelos, hasta que mamá y papá llamen para decir que podéis venir a conocerme.
Entonces iréis al hospital, entraréis a la habitación y allí verás a papá con cara de cansado, pero con una sonrisa enorme, que te cogerá en brazos y te dará unos cuantos besos a la vez que te explicará que ya estoy aquí, con mamá. Me encontrarás con ella, más cansada aún, quizás dormido o quizás cogido a su pecho y papá te acercará para que me veas.
Te aviso ahora, aunque probablemente la pequeña decepción te la lleves igual: seré pequeño, muy pequeño. A ti lo de tener un hermanito te hacía gracia por eso de poder jugar con otro niño como tú, poder correr a su lado y compartir momentos, pero de repente te darás cuenta de que el hermanito es incapaz de hacer todo eso. Dame tiempo, creceré como tú lo has hecho y compartiremos juegos, alegrías y penas (y en los primeros años las penas serán unas cuantas, porque nos costará ponernos de acuerdo en muchas cosas).
Podrás acariciarme, pero te dirán que con cuidado, porque “soy muy pequeñín”. También te convertirás pronto en un buen ayudante para mamá y papá, ya que harán lo posible para integrarte en ese nuevo trío mamá-papá-hermanito que se acabará de crear, desconocido para ti, pero no necesariamente negativo, aunque sí bastante necesario. Es una relación que se creó también contigo, cuando eras pequeño y que yo necesitaré, porque, como verás, demandaré mucho la presencia de papá o mamá y, sobretodo, la de mamá.
Esto hará, seguramente, que papá pase más tiempo contigo. No sé cómo es en todas las casas, pero yo creo que en general eso es una buena noticia, porque papá siempre inventa juegos extraños (ya sabes, de los que hacen a las madres enfadarse), porque hace unas payasadas impresionantes y porque con papá se puede volar. Pero bueno… todo esto ya lo sabes tú, tampoco hace falta que yo te lo explique.
Cuando yo duerma mamá también te abrazará, te dará besos y hablará mucho contigo. Todo ello sucederá para que veas que, aún estando yo, ellos siguen queriéndote igual, del mismo modo, y que siguen pensando en ti.
Habrá momentos en los que quieras a mamá y no pueda ser… habrá momentos en los que quieras jugar haciendo ruido y no pueda ser… habrá momentos en los que quieras a papá y no pueda ser, pero habrá momentos en que todo ello pueda ser y eso te ayude a ver que, aunque muchas cosas han cambiado, no todo está perdido.
Puede que en algunos momentos cueste, puede que no lo lleves muy bien. Lo entiendo, y lo siento, por la parte que me toca, pero tranquilo, que papá y mamá lo entenderán también. Habrá momentos en que te quejes, en que llores, en que te comportes como hacía tiempo que no lo hacías y es lógico, porque será la manera de hacer ver a papá y mamá que tú también les necesitas todavía y mucho. No quiero con esto decirte que tengas que hacerlo siempre, pero sí cuando sientas que lo necesitas, sí cuando no sepas cómo explicarles que tú también quieres que te hagan caso, sí cuando quieras saber hasta qué punto ellos te siguen queriendo “mucho, muchísimo”.
Digo que puedes hacerlo, cuando creas que haga falta, porque por suerte papá y mamá no son de los que se dejan llevar por las típicas frases de “no le hagas caso y así dejará de hacerlo”, que por desgracia oirás unas cuantas veces. Ellos te mirarán con preocupación y enseguida se darán cuenta de que les quieres decir algo, de que estás llamando la atención, no como algo negativo, sino simplemente de que estás haciendo una llamada para quien la quiera recibir de que “empiezo a necesitar” un poco de contención, algún que otro abrazo, signos de que sigo aquí y de que sabéis que sigo aquí. Tranquilo, ellos entenderán tu llamada y te ayudarán a hacerte sentir de nuevo querido, amado, importante, uno más…
Te comento esto porque saldremos todos a la calle, tarde o temprano, y todo el mundo querrá conocerme, dará la enhorabuena a papá y mamá, te preguntará si te gusto y cosas así y finalmente le preguntarán a papá y mamá que cómo lo llevas. Dirán cosas como “príncipe destronado”, “celoso”, “¿Y cómo lo lleva?” y quizás hasta te miren con cara de pena. No hagas mucho caso, primero, porque la gente tiene la poca educación de hablar de ti delante tuyo como si no estuvieras y, segundo, porque papá y mamá, como sabes, harán lo posible y lo imposible para que sigas viendo que el amor que sienten por ti no habrá cambiado ni un ápice con mi llegada. A veces lo conseguirán y otras no tanto, pero estoy tranquilo porque sé que harás lo que hemos dicho: “cuando no te sientas bien, hazlo saber… ellos te entenderán”.
Por cierto, ya que hablamos de la gente de la calle, decirte que puedes estar tranquilo por mi seguridad. No me iré con nadie que no seáis papá, mamá o tú. La gente preguntará si puede cogerme y llevarme a sus casas consigo, como preguntándote si tú me entregas en su posesión. Tranquilo que eso no sucederá. Sólo intentan… solo quieren… bueno, no sé cómo explicar bien la intención… supongo que lo que quieren es que muestres tu enfado, tu ira ante la amenaza de secuestro, porque eso significará que me quieres mucho y les complacerá. Es una pena, pero mucha gente lo sigue haciendo. Como te he avisado, si quieres diles que “sí”, que “por mí llévatelo a tu casa”, así la broma la gastarás tú (aunque explica a mamá y papá lo que piensas realmente, no vayan a asustarse).
Bueno hermano, creo que no me dejo nada importante. Al principio puede ser un poco problemático porque, como he dicho, necesitaré mucho tiempo a mamá y papá porque apenas sabré hacer nada. Poco a poco irás viendo que aprendo rápido y que mamá y papá pueden compartir más tiempo contigo y, con más tiempo, verás que seré yo el que pase más tiempo contigo, aunque no sé si eso será una buena o mala noticia para ti, porque querré tocar tus cosas. Si eso sucede y te molesta tendrás que decírselo a mamá o a papá. Puedes estar tranquilo, porque ya sabes que nuestros padres no son de esos que dicen “tu hermano es pequeño, tienes que dejarle tus cosas”. Te explicarán por qué me gustan tanto tus cosas y te pedirán ayuda para encontrar algo que yo pueda tocar y no suponga un problema o buscarán alguno de mis juguetes para distraerme y que no toque los tuyos.
Sabiendo todo esto creo que ya llevas bastante ganado con respecto a los hermanos que no reciben carta. Que sepas que aunque alguna vez nos enfademos y nos peguemos, que casi seguro pasará, te quiero un montón, tanto, que me fijaré muchísimo en ti para aprender a vivir. Te seguiré allá donde vayas, te acompañaré en los juegos aún cuando no lo esperes y te imitaré en muchas cosas, como formando equipo, incluso en las cosas que molestan a mamá y papá. Será nuestra relación especial, nuestro punto de encuentro, serán esas cosas en común que sólo tú y yo entenderemos, porque sólo tú y yo seremos hermanos, los demás estarán con nosotros, pero serán otra cosa, nunca hermanos.