miércoles, 17 de junio de 2015

Zurich como destino final


Y no como escala en mi viaje. Tengo reunión con cliente importante (la reunión, los clientes son todos importantes... pero algunos son más importantes que otros). Es la reunión que me tocó cambiar y que coincide con el evento de mi pichurro. Es su fiesta de "graduación".

Como me sentó tan mal y tuve que tirar de amigos para cambiar la reunión, tuve que explicar que pasaba. H-R lo entendió, nos conocemos desde hace muchos años y tiene niños (aunque algo más mayores) y me dijo "le debo algo a tu hijo". Me sonó a "te entiendo", cosa que agradecí.

La reunión salió muy bien, aunque cansados.

La mañana del viaje he estado 4h presentando a otro cliente, una presentación que ha terminado siendo una sesión de formación. Agotador porque hablar 4h y estar a todas las preguntas, cansa. Después paso por la oficina para conectarme a la reunión de mi jefa, nuestro LT, que había conseguido evitar (otro viaje a Estocolmo, no, por favor). De ahí, al aeropuerto, T4 y vuelo a Zurich. Shuttle al hotel y, en la cola de espera, los dos que van delante de mi tienen el mismo problema. No tienen habitación porque no han dado una tarjeta de crédito de garantía y el hotel está lleno. De hecho, mi reunión es en Bern, pero ha sido imposible encontrar hotel. Hago el check-in sin problema (yo si había dado mi tarjeta de crédito) y a la cama. Al día siguiente toca madrugar.

Pues eso, la reunión bien. Cuando ya no da más de si el cerebro (el de todos los participantes, unos por hablar y otros por asimilar información) cerramos la reunión y en ese momento, H-R viene a mi y me da una caja en papel de regalo. "Como sabemos que no vas a estar en el evento de tu hijo, aquí tienes un pequeño detalle, para ti y para él"

Una sorpresa. Me parece un detalle tremendo. Así creo que se deberían hacer las cosas. Yo soy un profesional y entiendo que estas cosas ocurren, pero cuando tienen un detalle así, haces las cosas de otra forma.

El regalo era un kit para montar una cabina de teleférico con una lata. Aquí esta el resultado. Ni que decir tengo que tanto mi peque como yo hemos disfrutado con el montaje.

Siguiente? Ni idea. Seguramente tendré que volver a Bern, y creo que me toca otra visita relámpago a Paris, pero por ahora, a disfrutar con mi peque.