Estás solo, de viaje... Las horas están llenas de silencio. Entre semana las llenas de eventos, de trabajar más que de costumbre, de cenas (que quizás no te apetecen del todo)... y al llegar al hotel, música para llenar el silencio (no, la tele no tiene nada, es ruido pero no llena el silencio) mientras lees un libro, mientras lees el correo, mientras escribes, mientras... Pero el fin de semana tiene muchas horas, tiene muchos silencios. Echas de menos a tu familia (tu mujer, tu(s) hijo(s)), tu casa, tus olores que te confirman que estás en casa, tus sonidos cotidianos... todo eso se vuelve doloroso en su falta. Tu cerebro encuentra estos silencios perfectos para rumiar todos esos asuntos que considera que tienes pendiente, para revisar tareas, conversaciones, hechos, acciones... Comes solo, aunque eso es fácil... cenas solo y eso es más difícil. Tu compañero es un libro y la música, lo hagas como lo hagas, parecerás raro (normal). También disfrutas de algunos de esos momentos, pasear por la ciudad, sentarte a oír el agua de una fuente, andar (varios kilómetros), contemplar el sol durante su puesta sobre los tejados, andar, deprisa o despacio, según te piden las piernas, mirar a la gente, el sol, los árboles, el mar...
Una máquina, un ángel, un demonio... |
...un reloj? |
Una fuente, relax, el sonido del agua (nada de rumor) un banco al sol y algo de música No estás relajado ya? |
Noodle Mama - Sopa de soba con pollo y tofu Una Loka y un libro |
No está mal, no es tan duro (al menos por tiempo limitado) pero os echo mucho, mucho, mucho de menos.