jueves, 2 de noviembre de 2017

Muletas


Existen muchos tipos de muletas, algunas son visibles, otras no. Algunas son temporales, otras son permanentes. Algunas son instantáneas, otras requieren tiempo, hay que hacerse con ellas. Todas sirven para seguir adelante en un momento de fragilidad, de debilidad, de daño. Todas son un punto de apoyo para continuar. Algunas son físicas, otras son psicológicas.

En ningún momento cuestionamos la necesidad de las muletas físicas. Sean visibles como bastones o estén ocultas como prótesis, extensiones biónicas de uno mismo. No sugerimos que no son necesarias. No se nos ocurre recomendar ir sin ellas cuando es con ellas que avanzamos. No cabe pensar que veamos a alguien con una muleta y vayamos raudos a sugerir que debería dejar la muleta, que debería lanzarse a ir por la vida sin ese punto de apoyo.

Sin embargo, las “muletas” psicológicas tienen una aceptación diferente. No suele ser de consideración negativa encontrar a alguien con quien hablar, con quien compartir tus miedos, inquietudes, preocupaciones, neuras, filias y fobias. Aunque desde la perspectiva del que las cuenta sea muy difícil (cuesta formular esos pensamientos), nos parezca que estamos sobrecargando a ese alguien, aunque nos parezca que estamos vertiendo todas esas “mierdas” en alguien, aunque parezca que no va a volver a escucharnos... aunque este ahí una vez y otra. Si esa persona que nos escucha, con quien podemos hablar, es un profesional, la aceptación social cambia. Claro, en ese caso estamos en manos de un “loquero” con todas las acepciones y connotaciones, ninguna positiva. Entonces nos sugieren hablar con alguien, tener amigos (claro, porque eso es tan fácil, sin entender como te sientes). Si la muleta es química la percepción es aún más negativa. Las pastillas siempre han tenido una connotación negativa en este tipo de tratamientos. Si te duele, tomate una pastilla. Si estás hundido... no se. Es que puede ser una espiral descendente al inframundo (a ti te van a contar de espirales y de inframundo), un enganche químico (una especie de yonki? o algo peor?), una fuente de potencial triste desenlace (más agujero negro? todavóia?). Puede ser tanto que al final no es nada... de ayuda.

Pues sinceramente, que les den! Las muletas son necesarias, son bienvenidas, son más que aceptables, son un placer si eso hace que salgas, que hables, que sonrías, que veas el mundo sin pánico (con miedo, eso está bien), que te atrevas a mirar adelante y descubrir que tras otro paso hay otro más esperando y que puedes, que avanzas, que te sientes mejor. Ya llegará el día en que no sean necesarias las muletas, quizás, algún día. Mientras, sigue con la muleta. Si la necesitas, pídela. Llama a esa persona, toma esa pastilla como te han dicho, ves a ese loquero y que se joda el mundo si no lo entiende. Sigue adelante!

PS, evidentemente esto es solo mi visión personal. No soy profesional. Hablemos, pide ayuda, sigue adelante!

Y te daré mi mano, te sujetaré fuerte y no te soltaré.