22 de Mayo, 6:23 am
El show, la vida, continua. Así debe ser. Así quería ella que fuera. Así lo queremos todos.
No creo en dioses (aunque si hay uno, que se prepare, porque me se de alguien que le va a dar un par de guantás merecidas), ni en ángeles. Soy pragmático (y frío, lo se) hasta el paroxismo. No creo en una vida después de la muerte. No he visto a nadie regresar de ella para demostrarlo. Así que, aquí estoy, mirando como su piel pierde el color, como la vida se escapa. A mi lado está mi hermano, mi padre pegado a ella, mi tío (su hermano) está a punto de llegar. No nos vamos a mover de aquí, la vamos a acompañar hasta el final. Es lo único que podemos hacer. No lo hicimos perfecto, siempre se puede mejorar, pero hicimos todo lo que pudimos. Ya no está. Antes de esto ya tenía dudas de cuanto de ella quedaba en esa carcasa inútil, averiada. Quizás quedaba algo, quizás en algún momento nos vió, vió que no estaba sola, nunca lo estuvo. Vió cómo nos engañábamos pretendiendo no sufrir, aún así seguimos ahí, hasta el final. Hasta decir adiós. Y esperar que perdure en nuestra memoria (mierda la mía) que es la única forma de vida después de la muerte que concibo.
Y ahora, tenemos que continuar. Seguir con el show, porque es lo que toca. Y después seguir con el resto. No es que piense otra cosa, pero es bueno repetirlo en voz alta, sobre todo para mi padre.