martes, 9 de mayo de 2017

Puto cerebro...


... de mierda. No sirve para lo que necesito. Me explico.

Piso 18 del hotel Victoria Tower. Estoy asomado a la ventana. Está nevando en Estocolmo. Raro para ser ya Mayo. Después del varapalo de hoy, una parada cardíaca recuperada, aunque el desenlace está cerca, horas, dicen... quizás días (aunque ya no me fio de nada) estoy asomado a la ventana. En breve cambiaré mi billete de avión para volar con Norwegian a Madrid. Vuelo directo (estoy escribiendo esto desde el avión). Después iré a Sevilla, dependiendo de como avance todo. Vuelvo a mi cerebro de mierda.

Estaba intentado recordar momentos con mi madre. Esos de cuando ella estaba bien. Cuando esta enfermedad de mierda no se había comido sus energías y la había dejado atrapada en esa carcasa, cuando su presencia llenaba la habitación, la casa. Intentaba recordad cualquier cosa, lo que fuera, quería evocar una imagen suya, la que fuera, de esos momentos donde todavía era élla, completa. Pero este cerebro de mierda solo me traía momentos con ella cuando ya no era ella, no completamente ella. Cuando ibamos a la dehesa, a los pinos a pasar el día, cuando me ayudó con los estudios, cuando se levantaba y preparaba el desayuno (aquel día que se le quemó la tostada) mientras yo me duchaba, el día que se quemó los pies, los días que pasé con ella, ayudando dentro de mi inutilidad, nunca fui bueno en la parte psicológica. Cuando la llevaba en brazos volviendo de la playa en Almeria (quemándome los pies en las piedras), cruzando con ella en brazos de poza en poza en Cazorla. Ninguno evoca lo que era, lo que yo se que era, pero no tengo una imagen suya. Ahora cuando la miro tampoco la veo. Ese cuerpo marchito no es ella. O quizás si, siempre dispuesta a la lucha. Eso me lo enseño, me lo inculcó en los huesos. Y sin embargo este cerebro de mierda solo me trae su imagen en las distintas fases del deterioro. Se que detrás de todo esta ella. Pero me jode que no la vea, porque no es justo, nunca lo fue. Siempre estuvo ahí, nunca falló mientras pudo. No creo que yo devolviera ni una ínfima parte de lo que recibí. Quizás en algún sitio ella sepa que lo hice, que lo intenté.

Y sin embargo aquí estoy, sigo intentándolo, siempre he sido cabezota (como ella). En un vuelo de Norwegian comprado 3 horas antes de salir camino de casa. Camino de ese desenlace, que llegará. Recordando a mi madre. No se cuantos años llevamos así... y aún así, con todos estos años, no estás preparado. Siempre te pilla a contrapié, siempre te sentirás débil, disminuido. Mis lágrimas son mías... mientras recuerdo a mi madre.