... son diferentes en las estaciones de tren y no aplican a los trenes de cercanías.
Esta semana me ha servido para volver a comprobar en mis carnes esta increíble ley física, que ya aplicaba en algunos agujeros negros de la red de
metro de Estocolmo. Esta semana he estado haciendo un curso durante mi jornada laboral (que curiosamente ha sido ampliada a 16 horas esta semana). Curso denso he de decir (DCNID de
CISCO, si tenéis curiosidad), y claro, empezando a las 8am, en un sitio diferente del trabajo habitual, me he desplazado en transporte público.
Paseo "mañanero" a las 7am para llegar a la estación de tren y, tras transbordo de rigor en Atocha, paseíto al edificio del curso. En las idas, con el estrés y las carreras (lo habitual en hora punta) no he notado nada especial. Pero las vueltas, a las 6pm o las 7pm (la jornada de trabajo continuaba en casa, por si a alguien no le salían las cuentas) eran diferentes. Estás ahí, esperando el tren y te da para observar. Los mejores descubrimientos científicos han surgido de la paciente observación (a Newton se le cayó la manzana en la cabeza porque no había cercanías, si no le habría caído una gota del techo y habría llegado al mismo resultado).
Observación nro 1: El espacio se expande y se comprime según las necesidades del anden correspondiente.
Observación nro 2: El tiempo no avanza de forma uniforme ni en un andén ni entre un andén y otro.
Me explico. Se acaba de ir el tren, el andén está vacío y el reloj del andén te anuncia que el próximo llegará en 5 minutos. En frente, el tren destino Segovia también llegará en 5 minutos. Bien, 5 minutos no es mucho. El reloj de mi andén marca 5 minutos todavía pero el de Segovia llegará en 3. Parece que el tiempo avanza más rápido en el otro andén o que se desplaza a la velocidad de la luz. Te resignas. Esperas. Sigues esperando y ahora el reloj de mi andén marca 2 minutos, pero el de Segovia sigue en 3. A todo esto, mi reloj, que también se desplaza a la velocidad de la luz, me indica que han pasado unos 8 minutos. Bien. El andén está lleno. El tren para Segovia acaba de entrar en la estación y el mío parece que llegará en 1 minuto (tras 10 de espera). El andén está hasta la bandera, no cabe ni un soplo de aire. Te puedes tirar un pedo y no olerá hasta tres estaciones más tarde. Llega el tren, que también viene lleno. Se baja la gente a un andén donde no cabe nadie, pero bajan (si no, no subimos, regla básica). Siguen bajando hasta casi vaciar el tren y todos en el mismo andén. Parecería que antes estábamos holgados pero la mujer que tenía a mi lado me estaba clavando la bolsa de Zara en el gemelo.
Al final, todos los días, me monté en mi tren, me llevó a casa, me leí mi libro o contesté mis mails y todo ello sentado, sin el estrés de los atascos. Es lo que tiene estar regido por leyes espacio-temporales especiales ;)