Habitación de hotel... what you see is what you get! (no more) |
Eso si, unas vistas... |
St. Michel 7:30am |
Notre Dame et la Seine 7:40am |
He leído menos en este viaje. Todas las actividades y tareas que llevo en paralelo se han juntado de forma agobiante esta semana. Normalmente suelo dedicar los vuelos a revisar el material a usar durante mis reuniones... en este caso he tenido que preparar el material. Se acumulan materiales, documentos de arquitectura, artículos, presentaciones, documentos... y todo ello gracias a una agenda que consiste, básicamente, en tramos de reuniones encadenados uno detrás de otro (si, en Suecia se come a las 12:00 -o antes- y aquí comemos a las 13:00... al final ni uno ni otro). Al final, sale todo bien, pero ha habido momentos de descontrol donde parecía que iba a descarrilar... todo enderezado pero esto no puede convertirse en habitual.
Ante las últimas lineas de "Los huérfanos de la Hélice" siento ese vértigo conocido, que afronto cada vez que acabo un libro (una serie en este caso) y se que no volveré a leer sobre esa historia, que mi oportunidad de voyeurismo sobre esos mundos, esas vidas, ha llegado a su fin. Quizás nos encontremos de nuevo, pero no será lo mismo, ya que no serán los mismos ellos pero no seré el mismo yo.
Los Cantos de Hyperion (los 4 libros, Hyperion, La caida de Hyperion, Endymion, El ascenso de Endymion, más los relatos cortos, como La Muerte de los Centauros o los Huérfanos de la Hélice) suenan a Lacuna Coil. Suenan también (pero mucho menos) a In This Moment o Bullet for my Valentine, pero es, sobre todo, Lacuna Coil. Suenan los acordes de "No Need to Explain", "Hostage to the Light", "Spellbound", "Heaven's a Lie", "Victims", "Against You", "Within Me", "Our Truth" o "End of Time" y mi imaginación vuela sobre espacios de infinitas estrellas, estelas de motores de fusión de kilómetros de largo cortando la negrura del espacio, templos colgando en montañas imposibles, mares infinitos, islas flotantes, exters con velas solares de cientos de kilómetros... muchas cosas más pero, sobre todo, siete peregrinos, seis historias y una presencia, dos ojos rojos encendidos, tres metros, cuatro brazos, acero y cuchillas por todos lados, the Shrike, el Alcaudón.
Como siempre que acabo un libro (una serie), sus imágenes me acompañaran en los próximos meses, sobre todo al oír las canciones, y tendré la tentación de volverme a asomar (aunque ya no puedo, mi ventana se cerró). Como siempre, siento una ausencia y una sensación de traición al intentar llenar esa ausencia con otra historia. Pasará muy pronto y el ciclo volverá a empezar. Estoy deseando.