"Doña Baldomera Larra Wetoret no llegó a conocer a su padre, Larra se suicidó poco antes de nacer ella. Cuando ya era una mocita se casó con un médico de la Casa Real llamado Carlos de Montemayor. Al coronarse Alfonso XII, el marido de Baldomera decidió abandonar el puesto y se largó a Cuba, abandonando a su esposa.
Baldomera vio como de la noche a la mañana su vida se iba al traste, pero las penalidades económicas agudizaron su ingenio y tuvo una gran idea. Un buen día Baldomera acudió a una conocida para pedirle una onza de oro con la promesa de devolverla por partida doble, como así fue, al poco tiempo Baldomera devolvió a su amiga la onza de oro prestada más otra onza de oro por los intereses.
La voz se corrió por todo Madrid y había palos por prestar dinero a Baldomera, a nadie le amargaba la idea de prestar dinero si al poco tiempo la cantidad prestada iba ser devuelta por partida doble.
Al poco tiempo Baldomera se hizo con una pequeña fortuna que crecía como una bola de nieve. Con el dinero que le prestaban iba pagando a los “depositantes” más antiguos, creando lo que todos conocemos como estafa piramidal y que ella denominaba “caja de imposiciones”.
Baldomera se hizo muy popular y carismática, incluso la denominaron “madre de los pobres” pero no todo el mundo confiaba en ella, había gente que, con razón, cuestionaba el negocio de esta mujer. Cuando los escépticos le preguntaban cómo era posible mantener ese lucrativo negocio ella respondía “Es tan simple como el huevo de Colón” a las preguntas sobre las garantías en caso de quiebra respondía con un "¿Garantía?, una sola: el Viaducto", tradicional lugar de los suicidas madrileños."